ACTO
del 17 DE AGOSTO
“CONMEMORACIÓN
DEL FALLECIMIENTO DEL GENERAL JOSÉ DE SAN MARTIN”
Si bien cada 17 de agosto conmemoramos la muerte del
General José de San Martin, es también, la muerte, el punto final de una
extraordinaria vida, el término de un viaje vital pleno de sentido y admirable
en razón de su singularidad y grandeza. Por eso creo que el propósito de esta
conmemoración es fundamentalmente reafirmar en nuestra memoria la vida de uno
de los grandes hombres que ha dado nuestro país, cuya ruta supo abrir el camino
hacia la libertad y cuyo norte trascendió la propia individualidad para trazar
el mapa de nuestra América.
RESEÑA BIOGRÁFICA
José de San Martín
José Francisco de San Martín, nació en
Yapeyú, Corrientes, en 1778.
Junto con su familia se trasladó a
España en 1784, donde inició, luego, su carrera militar.
Poco después de estallar la revolución
emancipadora en América, San Martín, que había mantenido contactos con las
logias masónicas que simpatizaban con el movimiento independentista, marchó a
Londres (1811) y de allí a Buenos Aires (1812), cuyo Gobierno le encomendó
primero, la formación del regimiento de granaderos y más tarde, la jefatura del
ejército del Norte (1813), en sustitución de Belgrano.
Tras la derrota del ejército chileno en Rancagua
(1814), San Martín dio amparo a O'Higgins y a sus tropas en Cuyo (Mendoza)
donde acababa de ser nombrado gobernador.
En Mendoza, José de San Martín se dedicó a
organizar el ejército libertador, con el que se propuso invadir Chile cruzando
la cordillera de los Andes - la mayor hazaña militar americana de todos los
tiempos-. Superadas las cumbres andinas, el 12 de febrero de 1817 derrotó al
ejército realista en la cuesta de Chacabuco, y el 14 entró en Santiago de
Chile. La Asamblea constituida proclamó la independencia del país y lo nombró
director supremo, cargo que declinó en favor de O'Higgins.
San Martin viajó a Buenos Aires a fin de solicitar lo necesario
para la campaña del Perú. Sin embargo, lo que recibió fue la oferta de
intervenir en las disputas internas del país, que San Martin de inmediato
rechazó. De nuevo en Chile, reorganizó las desmoralizadas tropas criollas que
habían sido derrotadas en Cancha Rayada y logró
vencer al ejército realista en los llanos de Maipú, el 5 de abril de
1818. De este modo, aseguró la libertad de Chile.
En 1820 inició la campaña de Perú, que culminó con la proclamación
de la independencia peruana en 1821 y con su designación como protector, cargo
que aceptó hasta la total pacificación del país.
En 1822 se celebró la famosa entrevista con Simón Bolívar en
Guayaquil, donde ambos libertadores trataron sobre el futuro del continente.
San Martin renunció al protectorado peruano y se retiró de la vida pública,
embarcándose hacia Europa en 1824. Regresó a Buenos Aires en 1829, pero no
llegó a desembarcar. Afectado por las luchas fratricidas que enfrentaban a sus
compatriotas, se marchó nuevamente a Europa, radicándose en Francia, donde
murió el 17 de agosto de 1850.
Pablo
Neruda: Canto general
XXI
SAN
MARTÍN (1810)
ANDUVE, San Martín,
tanto y de sitio en sitio
que descarté tu traje, tus espuelas, sabía
que alguna vez, andando en los caminos
hechos para volver, en los finales
de cordillera, en la pureza
de la intemperie que de ti heredarnos,
nos íbamos a ver de un día a otro.
que descarté tu traje, tus espuelas, sabía
que alguna vez, andando en los caminos
hechos para volver, en los finales
de cordillera, en la pureza
de la intemperie que de ti heredarnos,
nos íbamos a ver de un día a otro.
Cuesta diferenciar entre los nudos
de ceibo, entre raíces,
entre senderos señalar tu rostro,
entre los pájaros distinguir tu mirada,
encontrar en el aire tu existencia.
de ceibo, entre raíces,
entre senderos señalar tu rostro,
entre los pájaros distinguir tu mirada,
encontrar en el aire tu existencia.
Eres la tierra que nos diste, un ramo
de cedrón que golpea con su aroma,
que no sabemos dónde está, de dónde
llega su olor de patria a las praderas.
Te galopamos, San Martín, salimos
amaneciendo a recorrer tu cuerpo,
respiramos hectáreas de tu sombra,
hacemos fuego sobre tu estatura.
de cedrón que golpea con su aroma,
que no sabemos dónde está, de dónde
llega su olor de patria a las praderas.
Te galopamos, San Martín, salimos
amaneciendo a recorrer tu cuerpo,
respiramos hectáreas de tu sombra,
hacemos fuego sobre tu estatura.
Eres extenso entre todos los héroes.
Otros fueron de mesa en mesa,
de encrucijada en torbellino,
tú fuiste construido de confines,
y empezamos a ver tu geografía,
tu planicie final, tu territorio.
de encrucijada en torbellino,
tú fuiste construido de confines,
y empezamos a ver tu geografía,
tu planicie final, tu territorio.
Mientras mayor el tiempo disemina
como agua eterna los terrones
del rencor, los afilados
hallazgos de la hoguera,
más terreno comprendes, más semillas
de tu tranquilidad pueblan los cerros,
más extensión das a la primavera.
como agua eterna los terrones
del rencor, los afilados
hallazgos de la hoguera,
más terreno comprendes, más semillas
de tu tranquilidad pueblan los cerros,
más extensión das a la primavera.
El hombre
que construye es luego el humo
de lo que construyó, nadie renace
de su propio brasero consumido:
de su disminución hizo existencia,
cayó cuando no tuvo más que polvo.
de lo que construyó, nadie renace
de su propio brasero consumido:
de su disminución hizo existencia,
cayó cuando no tuvo más que polvo.
Tú abarcaste en la muerte más espacio.
Tu muerte fue un silencio de granero.
Pasó la vida tuya, y otras vidas,
se abrieron puertas, se elevaron muros
y la espiga salió a ser derramada.
Pasó la vida tuya, y otras vidas,
se abrieron puertas, se elevaron muros
y la espiga salió a ser derramada.
San Martín, otros capitanes
fulguran más que tú, llevan bordados
sus pámpanos de sal fosforescentes,
otros hablan aún como cascadas,
pero no hay uno como tú, vestido
de tierra y soledad, de nieve y trébol.
Te encontramos al retornar del río,
te saludamos en la forma agraria
de la Tucumania florida,
y en los caminos, a caballo
te cruzamos corriendo y levantando
tu vestidura, padre polvoriento.
fulguran más que tú, llevan bordados
sus pámpanos de sal fosforescentes,
otros hablan aún como cascadas,
pero no hay uno como tú, vestido
de tierra y soledad, de nieve y trébol.
Te encontramos al retornar del río,
te saludamos en la forma agraria
de la Tucumania florida,
y en los caminos, a caballo
te cruzamos corriendo y levantando
tu vestidura, padre polvoriento.
Hoy el sol y la luna, el viento grande
maduran tu linaje, tu sencilla
composición: tu verdad era
verdad de tierra, arenoso amasijo,
estable como el pan, lámina fresca
de greda y cereales, pampa pura.
maduran tu linaje, tu sencilla
composición: tu verdad era
verdad de tierra, arenoso amasijo,
estable como el pan, lámina fresca
de greda y cereales, pampa pura.
Y así eres hasta hoy, luna y galope,
estación de soldados, intemperie,
por donde vamos otra vez guerreando,
caminando entre pueblos y llanuras,
estableciendo tu verdad terrestre,
esparciendo tu germen espacioso,
aventando las páginas del trigo.
estación de soldados, intemperie,
por donde vamos otra vez guerreando,
caminando entre pueblos y llanuras,
estableciendo tu verdad terrestre,
esparciendo tu germen espacioso,
aventando las páginas del trigo.
Así sea, y que no nos acompañe
la paz hasta que entremos
después de los combates, a tu cuerpo
y duerma la medida que tuvimos
en tu extensión de paz germinadora.